En la ciudad como espacio de la fábrica expandida la capacidad de comunicación, la creatividad, la imaginación, la cultura es instrumentalizada en estrategias de revalorización económica de áreas populares, basadas en la proyección de una imagen de zona creativa, que aumente la demanda de residencia por parte de clases acomodadas según los mecanismos del neoliberalismo de mercado.
Charlois, barrio popular al sur de Rotterdam, acoge desde hace años a una comunidad artística que prospera gracias a facilidades de residencia para personas del campo de la creatividad. Su permanencia en el barrio es apoyada por el poder público, que al mismo tiempo controla el nivel económico de los futuros residentes, excluyendo del área a las clases más bajas. Zonas del barrio son habitadas enteramente por artistas. Sin embargo, la cesión de esos espacios tiene fecha de caducidad. Cuando los artistas hayan realizado su función de revalorización del barrio se eliminarán los privilegios concedidos a la “clase creativa” y ellos mismos sufrirán la segregación económica.
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