La avenida del Manzanares acompaña la casi totalidad del recorrido urbano del río por su ribera sur. Desde la Casa de Campo hasta la glorieta de Cádiz transcurre humilde, discreta y casi agazapada, camino del Parque del Manzanares.
Se trata del límite de los barrios de Oporto, Carabanchel y Usera, que antes desembocaban en la M-30 con sus tres carriles de humo dirección sur y ahora limitan con un parque fluvial, carril bici, pistas de pádel, “río Seco” y salones de pinos.
En esta avenida del Manzanares aún son amplia mayoría los locales pequeños, con muy pocos metros de escaparate, mucha rejas, y alto índice de desocupación y abandono.
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Estos locales están en proceso de extinción y ya se adelantan algunas de las especies que vienen a sustituirles: bares cafeterías con tienda gourmet, centros lúdico artísticos o tiendas de bicicletas.
Con los vecinos actuales quizá pase un poco lo mismo, que también estamos en proceso de extinción. Mientras ocurre y vienen otros –algo así como que se reactiva el crédito hipotecario, surgen proyectos de renovación para los modestos y vetustos bloques actuales y el mercado se ajusta al precio real–, hemos decidido documentar el proceso. El proyecto se llama Vecindades.
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